Manuel Carpio, Director de Ciberseguridad en Armatum (Abai Group)
La ciencia actuarial es una disciplina que aplica métodos matemáticos y estadísticos con el objetivo de formalizar seguros para todo, desde accidentes automovilísticos hasta abducciones extraterrestres.
Muchos productos de seguros contemporáneos, como los de automóviles, de hogar, de incendio o de vida, cuentan hoy con abundante información histórica, lo que permite depurar la prima que se paga por la póliza, en un sano ejercicio de competencia entre competidores del mercado asegurador.
Sin embargo, desde los primeros contratos de seguro marítimo celebrados en el s. XV, muchos productos de seguros se han emitido sin datos históricos, tablas actuariales o incluso buena información. Algunos ejemplos:
- Seguro de automóvil: La primera póliza de seguro de automóvil se emitió en 1898. Hasta ese momento, las empresas solo aseguraban carruajes tirados por caballos y los actuarios utilizaron estos datos para fijar el precio a algo tan insólito como un automóvil.
- Partes del cuerpo de celebridades: Las noticias en la prensa sensacionalista sobre el seguro de las piernas de Cristiano Ronaldo o de las cuerdas vocales de Bruce Springsteen han desarrollado este negocio extendiendo este tipo de pólizas a muchos otros estratos de profesiones liberales.
- Eventos desconocidos o poco probables: Los seguros de cancelación de bodas, de reputación, o de fenómenos paranormales, por nombrar algunos, son también un gran ejemplo de cómo los actuarios pueden valorar eventos poco comunes.
- La digitalización acelerada de los procesos productivos de las empresas.
- La diversificación en el origen y el tipo de los riesgos, causados ahora también por acciones deliberadas de la mano del hombre.
- Las posibles pérdidas de los suscriptores, no solo propias sino también causadas a terceros, y no solo ya por daños a la infraestructura, sino también a bienes intangibles como la reputación de la marca.